QUE LA VIDA

que la vida te inspire, que la vida te ilusione, que la vida te sorprenda, que la vida te permita alcanzar el amor, la fe, y la esperanza, que tu vida nunca se acabe.

13 marzo 2015

EL TABERNÁCULO HUMANO.

El tabernáculo humano.


Todos los órganos, aunque son muchos, forman un solo organismo, nuestro cuerpo.
Y junto con la capacidad racional y espiritualidad forman nuestra persona.

Todos los órganos formando aparatos y sistemas trabajan en armonía para mantener la vida bajo la dirección del cerebro.
El cerebro es a la vez uno de los órganos y el responsable del  normal funcionamiento  de los demás órganos, aparatos y sistemas del cuerpo.
El cerebro es el  responsable máximo de que se mantenga la homeostasis orgánica.
Es el director de la vida del cuerpo.
Cuando cada miembro  cumple con su función, el cerebro puede permanecer ausente  de la presencia del cuerpo.
A esto le podemos llamar salud natural, es decir estar viviendo y actuando sin tener consciencia inmediata de nuestra carne y sangre ( o sea de nuestra naturaleza corpórea ).
Si bien cada órgano tiene su función específica, no puede funcionar independientemente del resto del organismo y para su normal continuidad funcional necesita el apoyo del resto.
Si bien cada órgano debe desempeñar su función con el máximo de normalidad, no se halla inmune  de ser afectado por las deficiencias de otros órgano; pudiendo afectar o ser afectado directa o indirectamente.
Si el cerebro puede realizar sus funciones de dirección orgánica plenamente la salud del cuerpo se mantiene.
Y si la forma de pensar de la persona ( ser vivo ) y sus hábitos y costumbres contribuyen al mantenimiento de las funciones del  control cerebral, la salud se fortalece o se recupera más fácilmente.
Si la persona piensa correctamente, y los órganos siguen  recibiendo cada uno lo necesario para su normal funcionamiento,  el cerebro mismo recibe un beneficio directo.
Aunque las personas que forman parte de nuestro  entorno, son independientes en sí mismas, se benefician del bienestar del cuerpo saludable de la persona que somos; y eso contribuye a la armonía convivencial.


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